sábado, abril 15, 2006

Esta semana me he dedicado a ir a teatro. El teatro para mí es una artesanía del alma. Me ha impresionado ver como nos conmovemos hasta la risa y el llanto con las figuras que se atreven a exponerse , a dejar en un escenario todo su ser. Por más que existan el cine, la televisión y otros medios audiovisuales, para mí nada se compara a esa relación mágica que se establece entre el actor y el espectador , ese contacto personal e irrepetible que es a la vez tan fugaz y tan vital. Alguna vez pensé que no podía vivir sin el teatro , ahora que mi vida laboral me aleja del escenario , lo extraño cada vez más. Algo debo hacer para regresar, el teatro es mi vida, mi pasión, no puede ser para mi un simple pasatiempo más. A continuación algunos comentarios acerca de las obras que más me impactaron:
Malaya de Close-act theatre (Holanda) El escenario es el público. Las grandes ruedas y figuras en zancos se desplazan en medio de la gente obligando al espectador a moverse, a correrse, a separarse de las personas con las que acudió. El público es sorprendido por la belleza de las imágenes. Hay un narrador vestido de dorado que toca el chelo de manera impresionante. Su melodía es repetitiva, desgarradora como si anunciara calamidades. Hay figuras blancas risueñas que se enfrentan a grandes figuras negras torturadoras y crueles, acompañadas de aves gigantes y aterradoras como un nazgul. Hay una mujer oráculo que está atada a un globo y que lleva un vestido blanco. La mujer oráculo se eleva sobre la multitud y canta con una voz que te penetra hasta los huesos. Al verla volar , es como si cumplieras una fantasía , ese anhelo que todos tenemos de despegarnos del suelo, de vencer la gravedad.

Hibiki (Resonance from Far Away) de Sankai Juku (Japón)
Esta obra me mostró la belleza de la sutileza y la simplicidad. Para conmover no se necesitan grandes saltos o acrobacias, un simple movimiento de una mano basta si está cargado de energía y de significado, nos dice más que miles de acrobacias sin sentido. La obra recorre una vida humana desde el silencio acuático del vientre de la madre, pasando por el descubrimiento de la identidad, la sexualidad, la soledad , hasta llegar a la madurez, la plenitud y finalmente apagarse lentamente en un retorno a la nada primordial. Debo confesar que esperaba que en algún momento los bailarines tocaran un platón que está lleno de sangre. Siempre se acercan a él pero nunca se sumergen, nunca lo tocan. Ese suspenso y esa delicadeza son impactantes. Me hicieron pensar que muchas vidas humanas pasan así , con delicadeza y sutileza sin atreverse a sumergirse en el torrente sanguíneo. Los bailarines están hechos de aire , no parecen humanos, sus rostros despiden luz y serenidad. Mi respeto y mi admiración eterna para Amagatsu Ushio quien ha logrado besar a la belleza y ser parte de ella.







1 comentario:

Anca Balaj dijo...

Me he identificado contigo. Mira, te dejo el enlace de un post que escribí en el blog que tenía hace un año y pico. El teatro es... único.

http://aminuscula.bitacoras.com/archivos/2005/03/16/mi-amor-te-odio


Gracias por tu comentario halagador